La Municipalidad fomenta el acceso de artistas locales a museos y salas
La temporada 2021-2022 del Museo Sor Josefa y del Centro Experimental del Color se concretó a partir de una convocatoria que buscó transparentar los criterios de selección de los proyectos, reconocer a la producción artística como trabajo y construir una programación diversa para los dos espacios.
Con “La forma y la fuerza“ y “Siguiendo huellas“ finalizó el ciclo de muestras del Museo Municipal de Artes Visuales “Sor Josefa Díaz y Clucellas”. Fueron las últimas de 12 propuestas en total que se seleccionaron para ese espacio y para el Centro Experimental del Color, a partir de la primera convocatoria abierta que organizó el municipio.
La coordinadora de Museos y Aprendizajes, Priscila Sandoval, recordó que “a fines de 2020, en medio de la pandemia, imaginamos una convocatoria para artistas santafesinos, colectivos artísticos y curadores que fuera abierta, pública, diera respuesta a la necesidad de dar sala a artistas locales y permitiera, al mismo tiempo, transparentar los criterios con que se arma la programación de una manera que trascendiera ese contexto particular”.
De este modo, para la temporada 2021-2022 se presentaron 64 postulaciones que evaluó un comité integrado por Sandoval y Nidia Maidana, en representación de la Secretaría de Educación y Cultura de la Municipalidad; la artista, gestora cultural y curadora, Fernanda Aquere; y el artista, curador y docente investigador, Roberto Echen. La programación de los espacios se conformó a partir de los proyectos seleccionados que se sumaron a la planificación propia de la secretaría de Educación y Cultura e incluyó la muestra patrimonial “Remontar un río”, la recuperación del Salón Litoral y la BienalSur, organizada por la Universidad Nacional de Tres de Febrero que llegó por primera vez a Santa Fe.
En retrospectiva
La incorporación de un comité evaluador fue una de las innovaciones de la convocatoria, junto con un apoyo económico para las propuestas que resultaron seleccionadas: “Se otorgó un monto promedio, teniendo en cuenta las categorías que el recientemente impulsado tarifario de Artes Visuales proponía para las muestras individuales y colectivas”, remarcó Sandoval, ya que “hasta ese momento, la práctica artística en Santa Fe y en muchas otras ciudades del país era considerada ad honorem y los museos que se llenaban de contenido con la producción artística sólo ofrecían a cambio la oportunidad de mostrar la obra, sin reconocer a las artes visuales como actividad laboral, productiva, profesional”.
Vistas en retrospectiva, las muestras y activaciones que se sucedieron en los últimos dos años, en el Museo Sor Josefa y el CEC, “representan la escena del arte santafesino de una manera cabal”, precisó la funcionaria. De este modo, mencionó algunas de las experiencias que deja el balance de este período: grupos y colectivos de artistas que se organizaron para participar de la convocatoria y continuaron después de ese proyecto puntual, artistas jóvenes que expusieron por primera vez, propuestas que pudieron presentarse posteriormente en otros espacios, artistas premiados en salones nacionales o en ferias de arte sudamericanas como ArteBA, muestras que se habían presentado individualmente y gracias a la convivencia en el Museo generaron cruces y encuentros, y las numerosas activaciones que se programaron “para que la experiencia de artistas y públicos no termine en la inauguración”, sintetizó.
Mapear la escena
Para Fernanda Aquere merecen destacarse en primer lugar “la cantidad y la calidad de proyectos que se postularon en la convocatoria, teniendo en cuenta que se trató de la primera de ese tipo”. Según evaluó, esos primeros datos demostraron que existía la necesidad y había interés en participar. Frente a ese volumen y diversidad, la clave estuvo en una lectura que hicieron como jurado para identificar claramente las características y la historia de los dos espacios.
A grandes rasgos, explica Aquere, las propuestas del CEC se distinguieron por su carácter grupal y experimental. “Velado” fue la primera del ciclo, que llevaron adelante desde Ratona Colectivo Camila García, Belén Garófalo, Antonella Mecchia, Agustina Nattero, Juana Rondina, Pamela Silva y Francisco Bergallo. “Problematizaron la luz, el color y el espacio de una manera que nos pareció muy potente porque proyectaron su idea en la sala, no sólo como un ámbito contenedor sino de exploración”, señaló la integrante del jurado.
“Keep Calm and 화이팅”, de Noelia Bustaver, fue la única muestra individual con pinturas, instalaciones interactivas y objetos inéditos en los que la joven artista remitió tanto a la cultura popular santafesina como a los videojuegos, el animé japonés y la cultura coreana.
Las ceramistas Tusi Horn, Karina Mendoza, Valeria Barbero, Magalí Moyano, Gisela Molina y Micaela Carlini armaron la Colectiva Transitoria para la muestra “Ficciones domésticas”. Con curaduría de Raquel Minetti plantearon una exposición en la que “convivieron producciones en cerámica de artistas de diferentes generaciones y que trabajan con la misma materia desde diversas técnicas y prácticas”, recordó Aquere.
El ciclo finalizó con “Reprogramación obsoletica”, que reunió producciones de Nazapig, Campi Helwig, Pablo Brandolini, Ainara Iungman y Champurria Digital, artistas emergentes que participaron del taller Toma la píldora roja, coordinado por Agustín Miguez. La producción grupal se posicionó en el borde de las prácticas artísticas y desde la disidencia como motor, por lo que montaron una muestra pero también el centro de una escena donde se desarrollaron diferentes activaciones y encuentros con esa perspectiva.
Diálogos en el espacio
En el Museo Sor Josefa se conformaron pares de muestras ya que la convocatoria dio la posibilidad de presentar proyectos para ocupar la Sala D por un lado; o un sector conformado por las la Salas A y B. Si bien hubo también un predominio de producciones ligadas a las prácticas contemporáneas, la selección y el montaje hicieron convivir búsquedas estéticas que podían parecer disímiles, pero pudieron dialogar en el espacio. Así ocurrió con la última muestra del ciclo, que reunió a “La forma y la fuerza”, de Stella Ticera, Cecilia Sosa y Federico Roldán Vukonich; y “Siguiendo huellas”, de Sergio Zoso.
El ciclo se había iniciado con “Analogías bucólicas. El entramado del mundo en un marco idílico de resistencia”, de Lali Martínez Spaggiari y “Entropía de lo cotidiano”, de Cora De Luca. La performance y la fotografía dialogaron en “¿Cuánto vacío puede llenar un mueble?”, de Ariana Beilis; y “Aquellas cosas que hicimos para querernos”, de Aimé Luna; que compartieron un conversatorio sobre su práctica con la artista Daniela Arnaudo. Las instalaciones de Jesica Bertolino, reunidas en “Trazas de un jardín”, compartieron sala con los videos, especímenes digitales, dibujos y objetos intervenidos e impresos de Laura Benech, en la propuesta que denominó “Señales abstractas de especies futuras”.
“Deseo que otras instituciones locales repliquen esta dinámica de trabajo y de selección, no sólo por lo que ha significado en sí misma sino por el poder expansivo que puede tener”, reflexiona Fernanda Aquere, considerando que a partir de la convocatoria se acercaron estudiantes, se estableció un diálogo con instituciones educativas como el Liceo Municipal “Antonio Fuentes del Arco” y la Escuela Provincial de Artes Visuales “Prof. Juan Mantovani”. “La forma propuesta para la selección mediante un comité evaluador tiene el plus de garantizar una mirada más amplia porque quienes tenemos la dicha de transitar la docencia, la gestión independiente y la curaduría tenemos un conocimiento, un cierto pulso de la escena que permite enriquecer la manera de pensar los contenidos para estos espacios. La selección que pudimos hacer en esta primera experiencia funcionó de alguna manera como un mapeo de la escena a partir del interés y la necesidad que demostraron tantos artistas y colectivos que quieren ser parte de la vida de las instituciones, con sus exposiciones y prácticas artísticas”.
En Capital Cultural
Mientras se proyectan las características de una nueva convocatoria para 2023, la plataforma Capital Cultural refleja todo este proceso con contenidos que están disponibles a partir de hoy: una galería de fotografías de muestras y actividades que les dieron vida y materiales que se produjeron a partir de los proyectos en exposición como textos críticos, la charla entre Luna, Beilis y Arnaudo; y producciones audiovisuales que permitieron traducir las muestras a ese lenguaje, principalmente durante los meses en que las salas permanecieron cerradas. Esos contenidos serán también un reflejo de cómo se adaptaron los espacios gestionados por la Municipalidad durante la crisis sanitaria, con estrategias que trascendieron esa coyuntura para avanzar hacia la digitalización y la creación de nuevas formas de experiencia y difusión del patrimonio cultural santafesino.